Hace tiempo que me dí cuenta de que todo lo que nos rodea puede hacer que algo de nuestro interior resuene (no en vano, todo está conectado en este universo), y por eso suelo hacer un ejercicio que consiste en prestar atención a mi entorno, sentirme “presente” en el momento y el lugar concretos. Eso me ayuda a entenderme, principalmente, pero también a entender las situaciones que me rodean.
La semana pasada salí a caminar. Vivo en un pequeño pueblo, por lo que la naturaleza está al alcance de la mano con sólo caminar unos pasos, y aquella ocasión era muy especial para mí porque hacía muchos meses que no había podido disfrutar de este maravilloso entorno, así que empecé mi paseo con el alma dispuesta a expandirse entre las ramas de los árboles desnudas de hojas, los cielos cubiertos de nubes y las aguas del Ebro, algo revueltas y crecidas por las últimas lluvias y nevadas.
De repente, cuando ya volvía, me llamó la atención el tronco de la fotografía. Más concretamente, el nudo grisáceo rodeado de liquen verde-amarillento.
Esta imagen hizo aparecer de forma inmediata en mi mente la idea de una mujer madura, una mujer que ya ha dejado atrás sus años de fertilidad y reproducción física, pero que ha acumulado una serie de experiencias vitales que le confieren una sabiduría única.
Pensé en mi madre, en mi abuela y en todas las maravillosas mujeres que, habiendo experimentado la maternidad o no, nos transmiten su forma de ver la vida y de enfrentarse a sus propios conflictos internos, cada una con sus inquietudes y sus tomas de decisiones. Todas ellas, mujeres que han dedicado su vida a dar amor y a aprender sobre ellas mismas a través de los demás, y que llegan a una edad en la que sienten que ya no pueden aportar nada porque han dejado su juventud y belleza atrás, se van quedando solas y parece que ya no son útiles para una sociedad que sólo piensa en la productividad, ni para una familia que las ve como una carga con sus ideas anticuadas, sus necesidades de afecto y respeto y sus físicos en decadencia.
Fantásticas mujeres luchadoras, amantes, inquietas, torpes, sensatas, descuidadas, ambiciosas, hermosas, ignorantes, valientes… Grandes seres humanos que, con sus aciertos y errores, saben transmitirnos, a hombres y mujeres por igual, ese conocimiento de la vida que sólo se puede adquirir desde la piel de una mujer.
Gracias de corazón a todas ellas, mujeres cuya sabiduría llega, generosa, para mostrar todas las oportunidades que la vida sigue ofreciendo a quien es capaz de unificar los pedazos de su pasado y mirarlos con amor y comprensión.
Un texto cargado de verdad y sabiduría. Felicidades…
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Muchas gracias, un abrazo!
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Me encanta , me parece precioso ,un beso muy fuerte .
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Muchas gracias!! Un beso muy grande también para ti, Mari Carmen.
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Me encanta , me parece precioso.
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Gracias!!
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Madre mía!!! Me has puesto los pelos de punta….como echo de menos nuestras charlas de vuelta..
Un besazo te deseo lo mejor
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Muchas gracias Maribel!!! Yo también te echo de menos!! Un beso muy grande!!
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Que maravilla volver a leerte y comentarte 😍. Profundidad en las pequeñas grandes cosas de nuestra vida. Expresas de manera sencilla y a la vez enriquecedora lo que se nos pasa en un vistazo…ni dejes de contarnoslo así! Gracias por compartirlo! Un besote, Sis’!!
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Muchísimas gracias por tus palabras y, sobre todo, por el sentimiento que transmiten!! Un beso grande Sis’!!
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